Jesús acude a mi ceguera
El Señor escucha el clamor del afligido, lo levanta de la miseria y la tristeza para llenarlo de alegría.
La historia de Bartimeo no llega a su fin cuando Jesús le devuelve la vista, sino que es allí cuando comienza. Comienza una historia de alegría, de seguimiento, de discipulado.
El pobre y triste Bartimeo es ahora el feliz y rico discípulo de Jesús, que ha dejado su manto para seguir más ligero a Jesús, el Hijo de David.
Feliz domingo. Buena semana
Francisco José Ruiz Guillot