Nuestra esperanza cristiana nos ha de llevar a derrotar el desánimo que a menudo nos rodea por todas partes. Un desánimo que se palpa en nuestra sociedad y que nos intenta ahogar en el pesimismo. Desde la fe cristiana sabemos que es posible mejorar nuestro entorno social. Hay mucho que hacer, por supuesto. Pongámonos a trabajar en ello, alegremente, porque hemos sido llamados a llenar el mundo de bondad y de esperanza.
A menudo, nuestra lengua y nuestro comportamiento se muestran muy rápidos en enjuiciar lo que hacen los otros. Poca misericordia hay en nuestros corazones cuando